Buscando la
Cara del Señor
Los confirmandos reconocen los símbolos de esperanza en la temporada de esperanza
Uno de los símbolos de esperanza en nuestra Iglesia Local es la cantidad impresionante de compañeros que, como catecúmenos, eligen recibir el bautismo, la confirmación y recibir su primera Eucaristía en la Vigilia de la Pascua.
Lo mismo sucede con aquellos que buscaron convertirse en miembros de la Iglesia Católica al recibir los sacramentos de la confirmación y la Eucaristía.
Esto no sucede únicamente en nuestra arquidiócesis. El último censo nacional oficial de adultos que se incorporaban a nuestra Iglesia en la Vigilia Pascual es de 2005: Alrededor de 154.000 adultos fueron recibidos. Ese mismo año, se reportaron cerca de 950.000 bautismos infantiles en Estados Unidos. Probablemente hubo más.
Durante todo el año, pero especialmente durante la época de la Pascua, cientos de jóvenes de nuestra arquidiócesis reciben el sacramento de la confirmación. De cierto modo, este sacramento completa su iniciación en la fe católica.
En ocasiones se les invita a los candidatos a la confirmación a escribir una carta expresando su deseo de recibir el sacramento. Por lo general sus cartas dirán algo sobre su percepción del sacramento. Generalmente mencionan al santo patrono que han elegido para la confirmación y algo acerca del proyecto de servicio en el cual participaron.
Acabo de terminar de leer las cartas de los candidatos que recibieron la confirmación en la Parroquia San Barnabé en Indianápolis. Me impresiona la calidad de estas cartas. Creo que estos candidatos demuestran un buen conocimiento sobre la esencia de lo que significa recibir los dones del Espíritu Santo.
Hubo otros dos aspectos de estas cartas que me llamaron la atención, quizás más de lo habitual.
La primera característica impactante fue la frecuencia con la que estos jóvenes mencionaban a aquellos que tuvieron una influencia importante en sus vidas. Ellos querían que yo supiera de esta influencia. Muy a menudo se mencionó a los abuelos o a un abuelo en particular.
No es de sorprender que muchos sentían la influencia tan importante que ejercieron mamá o papá. Sin embargo, el hecho de que desearan mencionarlos como una influencia positiva es lo que captó mi atención.
Algunos de ellos también hicieron cuestión de mencionar la influencia de un hermano o una hermana mayor en sus vidas, incluso en sus vidas de fe.
Creo que solemos subestimar la importancia que tiene nuestro ejemplo e influencia sobre nuestros jóvenes. Sospecho que no hablan mucho sobre esto en la casa o cuando están visitando a sus abuelos. Estoy casi seguro de que no les dicen a sus hermanos o hermanas mayores lo importantes que son para ellos como modelos a seguir. Pero esto se puede apreciar en las cartas que me enviaron.
Otro aspecto que me llamó la atención fue el nivel de detalle con el cual explicaron por qué eligieron a su patrono de confirmación. La mayoría no fueron santos elegidos simplemente por llevar el nombre de la abuela o el abuelo, de un hermano o una hermana, aunque esto fue parte de la motivación.
Aun en esos casos, los jóvenes investigaron la información sobre los santos elegidos. (Me imagino que gran parte de esta información debe encontrarse en Internet.) Aprendí cosas sobre algunos santos que nunca antes había escuchado ni sabía.
Entre los jóvenes, San Sebastián, conocido como santo patrono de los atletas, fue elegido. También fue Christopher. Santas como Isabel fueron elegidas por su dedicación a los pobres.
Una candidata eligió a Santa Catalina de Alejandría, lo cual me sorprendió. Su investigación le reveló que esta santa era una mujer valiente de fe que murió como una mártir valerosa.
Un compañero eligió a San Roberto Bellarmine en honor a su abuelo que murió el año pasado, pero también debido a que San Roberto, el santo patrono de los catequistas, dedicó su vida a predicar sobre Dios y ayudar a las personas necesitadas.
Escribió: “Quiero parecerme más a él y usar mis talentos para asistir a los demás. Dios me ha dado muchos dones para que pueda compartirlos con otras personas.”
Un candidato escribió que el Espíritu Santo “me protege cuando tengo problemas, en eventos deportivos y me ayuda a dar lo mejor de mí. Durante los últimos dos años, cuando he estado realizando proyectos de servicio he visto a Jesús obrando por medio de los demás. ... He visto a Jesús en los rostros de las personas que he ayudado. Todo lo que he hecho me ha acercado más a Dios y me ha enseñado más sobre la fe católica.”
Otra carta, elegida al azar, dice: “Dios me ha bendecido con muchos dones. Mis padres me aman y me han enseñado la importancia de la fe católica. Esto lo demuestran en sus acciones cristianas. Puedo asistir al colegio católico donde puedo aprender aun más sobre Dios y mi fe. Se me han dado muchas oportunidades para servir a Dios y a mi comunidad. Por medio de este servicio he descubierto que hay personas que son menos afortunadas que yo.”
Es bueno reconocer estos símbolos de fe en esta temporada de esperanza. †