Buscando la
Cara del Señor
La eucaristía refleja y refuerza la unidad y el amor en el matrimonio
(Sexto de la serie)
El Papa Benedicto XVI dedicó una extensa sección de su exhortación apostólica sobre la Eucaristía a “Eucaristía y Matrimonio.”
Denomina la Eucaristía “un sacramento nupcial.” Su presentación sobre el tema es profunda y clara. Cito buena parte:
“La Eucaristía, sacramento de la caridad, muestra una relación particular con el amor entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio. Profundizar en esta relación es una necesidad propia de nuestro tiempo.
“El Papa Juan Pablo II afirmó en numerosas ocasiones el carácter esponsal de la Eucaristía y su relación peculiar con el sacramento del Matrimonio: «La Eucaristía es el sacramento de nuestra redención. Es el sacramento del Esposo, de la Esposa». Por otra parte, « toda la vida cristiana está marcada por el amor esponsal de Cristo y de la Iglesia. Ya el Bautismo, que introduce en el Pueblo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por así decirlo, como el baño de bodas que precede al banquete de bodas, la Eucaristía». (Catecismo de la Iglesia Católica, #1617)
La Eucaristía corrobora de manera inagotable la unidad y el amor indisolubles de cada Matrimonio cristiano. En él, por medio del sacramento, el vínculo conyugal se encuentra intrínsecamente ligado a la unidad eucarística entre Cristo esposo y la Iglesia esposa (cf. Ef 5,31-32). El consentimiento recíproco que marido y mujer se dan en Cristo, y que los constituye en comunidad de vida y amor, tiene también una dimensión eucarística.
En efecto, en la teología paulina, el amor esponsal es signo sacramental del amor de Cristo a su Iglesia, un amor que alcanza su punto culminante en la Cruz, expresión de sus «nupcias» con la humanidad y, al mismo tiempo, origen y centro de la Eucaristía. Por eso, la Iglesia manifiesta una cercanía espiritual particular a todos los que han fundado sus familias en el sacramento del Matrimonio. ... [E]l Sínodo ha recomendado también destacar la misión singular de la mujer en la familia y en la sociedad, una misión que debe ser defendida, salvaguardada y promovida. Ser esposa y madre es una realidad imprescindible que nunca debe ser menospreciada.” (n. 27)
Seguidamente, el Santo Padre aborda diversos problemas pastorales. No ha de sorprendernos que se refiera al carácter indisoluble del matrimonio: “El vínculo fiel, indisoluble y exclusivo que une a Cristo con la Iglesia, y que tiene su expresión sacramental en la Eucaristía, se corresponde con el dato antropológico originario según el cual el hombre debe estar unido de modo definitivo a una sola mujer y viceversa (cf. Gn 2,24; Mt 19,5). “... Puesto que la Eucaristía expresa el amor irreversible de Dios en Cristo por su Iglesia, se entiende por qué ella requiere, en relación con el sacramento del Matrimonio, esa indisolubilidad a la que aspira todo verdadero amor.” (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, #1640) (n. 28)
El Papa comenta que no resulta sorprendente que el Sínodo sobre la Eucaristía diera especial atención a las dolorosas situaciones experimentadas por algunos fieles que se han divorciado y vuelto a casar.
Lo llama un “problema pastoral difícil y complejo, una verdadera plaga en el contexto social actual, que afecta de manera creciente incluso a los ambientes católicos. Los Pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las diversas situaciones, para ayudar espiritualmente de modo adecuado a los fieles implicados” (n. 29)
“La praxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura (cf. Mc 10,2-12), de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía. (cf. n. 29)
Sin embargo, el Santo Padre señala que “los divorciados vueltos a casar, a pesar de su situación, siguen perteneciendo a la Iglesia, que los sigue con especial atención, con el deseo de que, dentro de lo posible, cultiven un estilo de vida cristiano mediante la participación en la santa Misa, aunque sin comulgar, la escucha de la Palabra de Dios, la Adoración eucarística, la oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo con un sacerdote de confianza o un director espiritual, la entrega a obras de caridad, de penitencia, y la tarea de educar a los hijos.” (n. 29)
El Papa Benedicto hace énfasis en que los tribunales diocesanos deberán estar capacitados para funcionar de forma expedita en relación a los casos de matrimonios en los que “existan dudas legítimas sobre la validez del Matrimonio sacramental contraído”. Expresa su preocupación por la plena observancia del Derecho Canónico, la sensibilidad pastoral y la pronta actuación. También resalta que se debe evita que “la preocupación pastoral sea interpretada como una contraposición con el derecho” (cf. n. 29)
Finalmente, la exhortación observa que, dada la complejidad del contexto cultural en que vive la Iglesia hoy en día en muchos países, el Sínodo recomendó dedicar “el máximo cuidado pastoral en la formación de los novios y en la verificación previa de sus convicciones sobre los compromisos irrenunciables para la validez del sacramento del Matrimonio. ... Matrimonio y familia son instituciones que deben ser promovidas y protegidas de cualquier equívoco posible sobre su auténtica verdad, porque el daño que se les hace provoca de hecho una herida a la convivencia humana como tal.” (cf. n. 29) †