Buscando la
Cara del Señor
El Papa nos invita a contribuir al crecimiento espiritual de nuestros jóvenes
Los ministerios para la juventud y para los jóvenes adultos son aspectos importantes y bien recibidos de la misión de la Iglesia católica.
Considero que la iniciativa de la Iglesia de abordar de forma más intencional las necesidades espirituales de nuestros jóvenes adultos, así como de la juventud en general, puede atribuírsele al finado papa Juan Pablo II.
Él lanzó el popular Día Mundial de la Juventud y comenzó a programarlo para que dichas celebraciones se llevaran a cabo en distintos continentes del mundo, como una forma de comunicar a los jóvenes y jóvenes adultos católicos el mensaje de que constituyen una parte importante y valiosa del Cuerpo de Cristo.
Hace veinticinco años, en ocasión del Día Mundial de la Juventud, el papa Juan Pablo escribió una carta a los jóvenes del mundo. La carta apostólica a los jóvenes y a las jóvenes del mundo tiene fecha 31 de marzo de 1985.
Hasta donde sé, esa fue la primera carta papal dirigida específicamente a los jóvenes y a los jóvenes adultos. Con seguridad fue la primera en la historia contemporánea. La iniciativa del papa Juan Pablo II fue la chispa que encendió el ministerio para beneficio e incorporación de nuestra Iglesia joven que tanto hacía falta y que tuvo tan buena acogida. En esta época solemos darlo por sentado.
La carta apostólica del Santo Padre se concentraba en el relato del Evangelio sobre el encuentro entre Jesús y el joven rico que deseaba saber qué debía hacer para heredar la vida eterna. (cf. Mc 10:17-22; Mt 19:16-22). Su intención era retar a nuestra Iglesia joven a entregarse al llamado a la santidad de Cristo.
El papa Benedicto XVI ha proseguido con el interés en los jóvenes y jóvenes adultos de su predecesor. Su mensaje para el Día Mundial de la Juventud de 2010 adoptó el mismo tema del reto del joven rico, al igual que la carta original del papa Juan Pablo.
El pasado 2 de mayo, el papa Benedicto se dirigió a los jóvenes y jóvenes adultos mientras se encontraba en una visita pastoral en Turín, Italia. Hizo referencia a la carta apostólica de 1985 de Juan Pablo II y se explayó en el significado del encuentro entre Jesús y el joven. El Santo Padre expresó: “Deseo ofrecerles algunas reflexiones que espero puedan serles de ayuda en su crecimiento espiritual, así como en su misión en la Iglesia y en el mundo”. (cf. L’Osservatore Romano, 5 de mayo de 2010, p.11).
Reconoció que hoy en día no es fácil hablar acerca de la vida eterna y de las realidades de la eternidad ya que la mentalidad de nuestra época nos enseña que nada es definitivo, que todo cambia y cambia muy rápidamente.
“En muchos casos, el cambio se ha convertido en la contraseña, el ejercicio más sublime de la libertad y es por ello que ustedes, los jóvenes, con frecuencia han llegado a creer que resulta imposible tomar decisiones definitivas para el resto de sus vidas.
Pero ¿acaso es esta la forma acertada de emplear su libertad? ¿Es cierto que para poder ser felices debemos contentarnos con pequeñas alegrías efímeras que una vez que se esfuman dejan amargura en el corazón?”
Aprovechando esta oportunidad para educar, el papa Benedicto exhortó a los jóvenes de la Iglesia a tener presente que Dios nos creó con la perspectiva de la “eternidad”.
“Tengan el valor de tomar decisiones definitivas y de vivirlas fielmente. Quizás el Señor los llame al matrimonio, al sacerdocio o a la vida consagrada como un obsequio especial de ustedes mismos: ¡respóndanle generosamente!”
“En el diálogo con el joven que poseía muchas riquezas, Jesús señaló aquello que era el tesoro más grande y más importante de la vida: el amor. Amar a Dios y amar al prójimo con todo nuestro ser”.
Cito el discurso de Turín del papa Benedicto a la Iglesia joven porque considero que define la necesidad, la intención y el esquema básico del programa de ministerio a nuestros jóvenes y jóvenes adultos.
El Santo Padre reconoce el reto que enfrenta nuestra Iglesia joven al abrirse camino como seguidores de Cristo en nuestro entorno laico. Como siempre, el Papa señala la necesidad de un compromiso verdadero y valiente con aquello que realmente cuenta si vamos a vivir el llamado a la santidad.
Resulta importante observar que nos invita a ayudar a nuestra juventud “en su crecimiento espiritual, así como en su misión dentro de la Iglesia y en el mundo”.
Existe la tendencia de hablar a nuestra Iglesia joven en términos de que llegarán a ser importantes algún día “como el futuro de la Iglesia”. Esperamos que así suceda, pero el hecho es que tienen una misión dentro de la Iglesia aquí y ahora.
Estos pensamientos sirven como referencia mientras reflexionamos sobre nuestra misión arquidiocesana para con los jóvenes y jóvenes adultos. El Papa Benedicto dijo: “Me dirijo a cada uno de ustedes con enorme confianza para decirles que no es fácil hacer de sus vidas algo hermoso y maravilloso; es una tarea difícil ¡pero con Cristo todo se puede!” †