Buscando la
Cara del Señor
La nueva capilla en la secundaria Cardinal Ritter es un recordatorio perdurable de la misión de la escuela
La bendición de la nueva capilla de la escuela secundaria Cardinal Ritter hace un mes me brindó la oportunidad para pensar acerca de la identidad católica de nuestra misión de formación.
El ritual de la bendición de una capilla expresa aspectos importantes sobre la singularidad de una escuela católica. En mi homilía para la ocasión, sugerí tres puntos para la reflexión: 1) De qué manera se encuentra Jesús presente en la capilla; 2) Cómo la capilla escolar representa un llamado a la santidad; 3) La forma en que la capilla señala la verdadera naturaleza de la escuela secundaria Cardinal Ritter.
La presencia de Cristo en la capilla es indicadora de su presencia en todas las escuelas católicas. Cristo dijo que donde hayan dos o más reunidos en mi nombre, allí estaré yo entre ellos.
Además Jesús se encuentra presente en la capilla en tres formas específicas.
Obviamente, hablamos de la Presencia real de Jesús en la Eucaristía que se celebra allí y al reservársele en el Sagrario. También es cierto que el altar que bendecimos es en sí mismo un símbolo de Cristo como el corazón de la capilla. Y cuando un sacerdote celebra la Misa, lo hace en representación de Cristo, en persona Christi. De hecho, el verdadero oficiante de la Eucaristía es el propio Jesús.
En la oración eucarística el sacerdote dice en el nombre de Cristo: “Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre.” Esto no lo dice refiriéndose a sí mismo.
Esta noble capilla también se erige como un símbolo impresionante de que todo aquel que ingresa en las instalaciones de la escuela secundaria Cardinal Ritter está llamado a la santidad en virtud de su bautismo. La forma más simple para comprender el llamado a la santidad puede extraerse de las palabras del papa Benedicto XVI en su encíclica “Dios es amor.” En ella señaló que la naturaleza más profunda de la Iglesia se expresa en nuestra tarea de proclamar la Palabra, de celebrar los sacramentos y de participar en el ministerio de la caridad. Nuestro llamado a la santidad se vive mediante el ejercicio de estas tres tareas, conforme a nuestra situación en la vida. En un sentido real, la misión de una escuela católica es educar y formar estudiantes para que vivan su llamado.
La capilla de Ritter representa un recordatorio maravilloso e impactante sobre la naturaleza integral de la misión de la escuela secundaria. La excelencia académica es un aspecto importante y fundamental. El desarrollo de la persona humana de los alumnos es algo fundamental. El desarrollo y el fomento de la integridad moral y de la buena conducta son fundamentales.
Pero en la cima de estos aspectos de la misión de Ritter, al igual que los de cualquiera de nuestras escuelas católicas, se encuentra el desarrollo espiritual de los alumnos, del personal docente y administrativo.
La formación espiritual de todos los que conforman la familia Ritter distingue a esta excelente escuela secundaria de sus equivalentes seglares. La capilla que se destaca visualmente se erige como un recordatorio perdurable de la naturaleza integral de la misión especial de la escuela secundaria Cardenal Ritter, para todos aquellos que forman parte de la familia Ritter ahora y en el futuro.
La capilla de la secundaria Cardenal Ritter es un obsequio extraordinario. Pero independientemente de si una escuela católica tiene una capilla, su misión refleja las mismas características de su identidad católica. La toma de conciencia intencional de la presencia de Cristo es un asunto de nuestra fe. Resulta importante elevar esta presencia mediante la celebración regular de la Misa. La presencia de símbolos religiosos tales como crucifijos y estatuas recuerda a maestros y alumnos que Cristo se encuentra entre ellos.
Uno de los objetivos fundamentales de una escuela católica es recordar a nuestros niños y jóvenes que su bautizo inauguró su llamado a la santidad. La escuela no sólo les recuerda este llamado, sino que también contribuye a que aprendan cómo vivirlo en el quehacer cotidiano.
En la fe católica, la catequesis ocupa el corazón de la misión evangelizadora de nuestras escuelas y constituye también la razón de nuestros programas parroquiales de educación religiosa. La catequesis no solamente está destinada a proporcionar formación a nuestros estudiantes; también se propone guiar a niños y jóvenes para que mantengan una relación más estrecha con Jesús.
Por supuesto, estamos igualmente orgullosos de nuestros esfuerzos académicos. Una revisión de las calificaciones de ISTEP para nuestras escuelas elementales resulta verdaderamente alentadora. Pero eso no relata la historia de la educación católica en sí misma.
A veces hablamos de las características “de valor agregado” de nuestra misión de formación. No sólo nos preocupamos por el desarrollo intelectual de nuestros alumnos; contribuimos al desarrollo de su carácter y a su integridad moral en general. Nos preocupamos por su desarrollo físico y su buena salud. Nos preocupamos por su desarrollo social.
La misión de la formación católica tiene su precio. Nuestras parroquias trabajan arduamente para lograr que nuestras escuelas y programas de formación religiosa se encuentren tan ampliamente disponibles como sea posible.
Muchas personas simplemente no pueden costear una matrícula escolar. De este modo, nuestras parroquias ofrecen sólidos programas de educación religiosa y formación de fe para facilitar nuestro llamado colectivo a la santidad. †