Alégrense en el Señor
Las personas agradecidas son personas felices
“El Día de Acción de Gracias es un festival agrícola que se celebra principalmente en Estados Unidos y Canadá. Tradicionalmente es una ocasión para agradecer por la cosecha y expresar gratitud en general. Aunque quizás sea de origen religioso, el Día de Acción de Gracias se identifica hoy en día como una festividad laica.” (Wikipedia, la enciclopedia libre)
¡Feliz Día de Acción de Gracias! Espero que estén disfrutando de esta época tan especial del año, rodeados de familiares y amigos.
Las fiestas pueden ser momentos difíciles para las personas que sufren problemas de salud, para aquellos que no tienen hogar o para los que están atravesando dificultades emocionales o económicas. No olvidemos rezar por aquellos menos afortunados que nosotros y ayudémoslos en todo lo que podamos, especialmente mientras nos preparamos para la época de Adviento y de Navidad.
Según la enciclopedia, el Día de Acción de Gracias es una festividad laica, no religiosa. Aunque esto es técnicamente cierto, a los creyentes nos resulta imposible expresar “gratitud en general.”
Nuestro agradecimiento se eleva al Dios que nos creó y que nos sustenta con Su gracia. Los cristianos creemos que ese Dios es un ser que nos conoce y que se preocupa por cada uno de nosotros. Cuando le damos las gracias, lo hacemos de forma íntima y personal.
Los católicos celebramos la Santa Eucaristía (nombre que se deriva de la palabra griega de agradecimiento) todos los días, pero en este en particular, el Día de Acción de Gracias, le agradecemos especialmente a Dios por sus abundantes bendiciones. Esto incluye el don de la vida misma, nuestros padres y familiares, el amor que compartimos con cónyuges e hijos, nuestros amigos, nuestra libertad como ciudadanos de los Estados Unidos de América, nuestras vocaciones como discípulos de Jesucristo, nuestras posesiones materiales, nuestros dones y talentos intelectuales, y mucho, mucho más.
El agradecimiento es una virtud muy poderosa; abre nuestros corazones al poder sanador de la gracia de Dios. Nos ayuda a ver más allá de nuestros deseos egoístas y temores, y a concentrar nuestra atención en los obsequios que recibimos de los demás, en las oportunidades que se nos presentan para compartir con el prójimo y en darle gracias a Dios por todo aquello que nos ha dado tan generosamente.
San Alfonso Ligorio, el fundador de los Redentoristas, mi congregación religiosa, escribió en una ocasión acerca del encuentro de un sacerdote que ansiaba aprender más sobre la vida espiritual, y un mendigo que andaba descalzo y harapiento.
Cierto día, ambos se encontraron. El sacerdote saludó al mendigo diciéndole:
—Buen día, amigo.
El mendigo le respondió:
—Gracias, señor, por su buena intención, pero en verdad no recuerdo haber tenido nunca un “mal” día.
—Entonces ciertamente Dios te ha regalado una vida muy feliz —contestó el sacerdote.
—Eso es muy cierto, señor —contestó el mendigo. —Jamás me he sentido infeliz.
Cuando el sacerdote le preguntó cómo era posible que esto fuera cierto, dada su precaria condición, el mendigo dijo:
—Esta es la explicación: cuando no tengo nada que comer, le doy gracias a Dios; cuando llueve o cuando nieva, bendigo la providencia divina; cuando alguien me insulta, me echan de un lugar o me maltratan, glorifico a Dios —prosiguió el mendigo. —Digo que no ha habido un día en el que me haya sentido infeliz, y esto es cierto, porque estoy acostumbrado a someterme incondicionalmente a la voluntad de Dios. Sea lo que sea que me suceda, agradable o desagradable, lo recibo gustosamente de Su mano pues es lo mejor para mí. De ahí que mi felicidad sea constante.
San Alfonso relató esta historia a manera de exhortación. Si un pobre mendigo agradece a Dios a pesar de todas las vicisitudes que debe atravesar, ¿acaso no deberíamos ser capaces de hacer lo mismo? ¿Acaso no deberíamos tener la fe y el valor para ver más allá de nuestras propias necesidades, deseos y temores, y posar la mirada en los obsequios que hemos recibido de Dios y de los demás?
Las personas agradecidas son personas felices. Permítanme repetir ese pensamiento: Las personas agradecidas son personas felices. No se concentran en los problemas sino en las bendiciones. Sus corazones rebosan de amor, aunque sus estómagos (o sus bolsillos) estén vacíos.
La semana que viene, cuando celebren el Día de Acción de Gracias, dediquen unas palabras de agradecimiento especiales a Dios por todas sus bendiciones. Eleven una oración de agradecimiento por todas las personas que han compartido sus dones con ustedes, y también por todos los pobres, por los que no tienen un techo o que tienen hambre en ese Día de Acción de Gracias. Los pobres nos enseñan muchas cosas, especialmente al recordarnos que debemos ser agradecidos.
El Día de Acción de Gracias no es tan solo una festividad laica, sino un momento de gracia para todos los que han sido bendecidos por Dios con abundantes dones, y esto abarca a la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, los extraños, e incluso los enemigos.
Nuestras oraciones de agradecimiento tienen el poder de inundarnos de esperanza, sanación y enorme alegría. ¡Que siempre le demos gracias a Dios por su bondad con nosotros! †
Traducido por: Daniela Guanipa