February 19, 2016

Nuevo coordinador del Ministerio Hispano trae consigo experiencia y una perspectiva nueva

By Natalie Hoefer

Oscar CastellanosCuando Oscar Castellanos abandonó sus estudios de teología en la Universidad de Notre Dame hace algunos años para regresar a Hillsboro, Oregón, jamás se imaginó que volvería a Indiana en un futuro no muy lejano.

Esta vez ha venido para quedarse, no como estudiante, sino como coordinador del Ministerio hispano para la Arquidiócesis de Indianápolis.

“Ya estaba familiarizado con el estado y algunos amigos con quienes había estudiado en Notre Dame, que viven aquí, me recomendaron que solicitara este trabajo,” comenta Castellanos, de 34 años y miembro de Nuestra Señora de la Parroquia de Greenwood en Greenwood.

El cargo de coordinador del Ministerio hispano ha estado vacante desde hace más de un año y Castellanos sabe que tiene por delante una tarea ardua.

Indicó que el hermano franciscano Moisés Gutiérrez, antiguo director del Ministerio intercultural arquidiocesano, “había sentado las bases de lo que estaba ocurriendo en el Ministerio hispano” antes de que se marchara a Spokane, Washington, para continuar sus estudios en la Universidad de Gonzaga, en noviembre.

“Dijo que se estaba haciendo todo lo que se podía, pero que a veces no era suficiente. [La necesidad de un ministerio hispano] está creciendo tan rápidamente que es un verdadero reto.

La primera generación de inmigrantes tiende a mudarse a menudo, en función de los empleos, explicó. Pero la segunda y las siguientes tienden a establecerse donde saben que pueden encontrar una comunidad de fe. Es allí donde comienza la necesidad del Ministerio hispano, no solo por la misa en español sino por todo lo que involucra la vida de un católico que asiste a la iglesia, explica Castellanos.

“Una vez que tenemos misa en español, comienzan los bautismos, los matrimonios, las quinceañeras,” expresa el nuevo coordinador.

“Esto abre la puerta para la preparación sacramental y las clases [en español]. El siguiente paso es encontrar las personas adecuadas para dictar esas clases, no simplemente cualquiera, sino líderes idóneos y capacitados.”

De allí surge la necesidad de intérpretes en la oficina de la parroquia y la traducción de documentos a medida que los feligreses de habla hispana se inscriban en las clases. Luego viene la necesidad de proporcionar clases de educación religiosa continua y, de nuevo, las personas adecuadas para que las impartan.

El papel de Castellanos es apoyar a las parroquias a medida que avancen en esta dirección, ayudando a los pastores a “encontrar los medios e iniciarlos poco a poco para que, con el tiempo, cada parroquia tenga su propio ministerio hispano.”

El programa de Liderazgo pastoral hispano es una institución que ya existe en la arquidiócesis para contribuir a satisfacer la necesidad de líderes hispanos.

“La mayoría de las diócesis tienen algo así, pero este es muy sólido, [puesto que se reúne] todas las semanas durante dos años,” dijo Castellanos. “Están integrando la teología con las herramientas necesarias para desempeñarse como voluntarios o miembros del personal, y al mismo tiempo, [el programa está desarrollando] el aspecto de la formación humana.”

Otra responsabilidad que asume es reunirse con un grupo de asociados pastorales hispanos y directores de educación religiosa que aportan ideas sobre cómo enfrentar los retos de proporcionar ministerio hispano en el ámbito parroquial.

“Están trabajando en una larga lista de iniciativas,” admite Castellanos.

Asimismo, espera trabajar con otras oficinas arquidiocesanas para aumentar la concientización en cuanto a las necesidades hispanas y proponer soluciones.

“Y eso [la ayuda] es un proceso bilateral,” añade.

También se dedicará a integrar los movimientos de fe que surgen del seno de la comunidad en las parroquias, tales como el Cursillo y promover el Encuentro, una iniciativa de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU. que busca conocer las opiniones de los católicos hispanos en el ámbito parroquial para desarrollar un plan nacional en 2018 destinado a atender al ministerio hispano.

Castellanos asume su puesto con los pies firmemente plantados en dos culturas y la capacidad de desempeñar muchas funciones.

Durante su juventud, su familia se mudó varias veces entre Las Vegas, Nevada, y Guadalajara, México, hasta que se establecieron permanentemente en Las Vegas en 1996.

“Soy ciudadano estadounidense, pero digo que soy mexicano porque esa es la cultura que he absorbido,” comenta.

Desde muy temprano sintió el llamado a la vida religiosa, por lo que a la edad de 17 años ingresó al seminario de los Misioneros del Espíritu Santo.

Castellanos dice que nunca escogió intencionalmente el ministerio hispano. Más bien las pasantías, el voluntariado y los trabajos, tanto como seminarista como después que dejó el seminario, lo llevaron a vivir experiencias con el ministerio hispano y a involucrarse con los jóvenes, la música, la liturgia, la catequesis, la preparación para el matrimonio e incluso el derecho canónico.

Después de 10 años como seminarista, mientras estudiaba en Notre Dame, Castellanos recibió el llamado a dejar la comunidad. Regresó a Oregón a una ciudad cercana al Seminario Mount Angel en la Arquidiócesis de Portland donde había estudiado filosofía. Castellanos trabajó durante un tiempo y luego comprendió que todavía sentía la vocación al trabajo del ministerio. Terminó sus estudios de teología en el Seminario de Mount Angel y luego orientó su vida hacia la obra ministerial.

“Comencé a trabajar en la recepción de una parroquia,” recuerda.

“Sabía que si quería ser líder en el ministerio, tendría que saber cómo funcionan las cosas desde su base, respondiendo el teléfono, tomando pedidos, incluso tal vez usando la escoba,” comenta riendo.

Menos de un año después, Castellanos tomó el cargo de asociado pastoral en una parroquia cuya población hispana es la más numerosa de la Arquidiócesis de Portland. El siguiente salto fue a la Arquidiócesis de Indianápolis.

A pesar de su amplia experiencia, Castellanos dice que:

“Aún estoy aprendiendo.

“Estoy absorbiendo todo como una esponja. Mis orígenes me ayudan, pero aún necesito crecer. Estoy ansioso de continuar formándome como líder.Vengo con una nueva perspectiva y soy un buen oyente. Antes de hacer algún cambio, deseo escuchar lo que la gente dice.”

Después de que se haya asentado más en su cargo y “después de que se haya marchado el [clima] frío,” este esposo y padre de tres hijos espera involucrarse en su segunda pasión: el fútbol.

“Me encanta ser entrenador de fútbol, el ambiente con los jóvenes, la secundaria, la universidad,” comenta.

Tal vez algún día entrenará a sus propios hijos, que en este momento tienen 4 años y medio, 2 años y medio y 11 meses.

Eso llegará en su momento, asegura.

Entretanto, Castellanos dice que está “muy contento, muy emocionado” con su nuevo cargo como coordinador del Ministerio hispano arquidiocesano.

“Sabía que el liderazgo sería un área clave donde podría aportar,” dice refiriéndose al camino recorrido hasta ahora.

“Ha sido mi llamado.” †
 

Traducido por: Daniela Guanipa

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