Mensaje de Pascua 2020
Dear Sisters and Brothers in Christ,
¡Aleluya! ¡Alegrémonos en nuestro Señor Jesucristo resucitado!
Luego de una temporada de Cuaresma y una Semana Santa como ninguna otra que hayamos tenido en nuestras vidas, quizá la de este año no se “sienta” como una celebración de Pascua, pero debería encerrar un significado todavía más profundo para nosotros. Nos alegramos por la resurrección del Señor y esperamos con ansias la nuestra, no con un mero “sentido” sino con la firme convicción de fe y esperanza.
Dada la suspensión de las misas públicas y otras celebraciones litúrgicas de las últimas semanas, así como de otras reuniones y actividades parroquiales, nuestro deseo de encontrar el sepulcro vacío de nuestro Salvador crece exponencialmente, más allá de cualquier consideración terrenal. Ojalá que las medidas adoptadas para combatir la propagación del coronavirus hayan intensificado nuestra oración, ayuno y limosna cuaresmal, para enriquecer todavía más la valoración de todo lo que Jesús soportó por nuestra salvación durante su pasión y muerte. Quizá para muchos de nosotros la expresión “cargar con la cruz” haya adquirido un nuevo significado ya que en tiempos de crisis y desafíos es que descubrimos si estamos verdaderamente centrados en Cristo o en nosotros mismos. Nuestra salvación está en Él, no en nosotros.
Al igual que los primeros apóstoles frente al sepulcro vacío, quizá nos estemos preguntando qué significará específicamente para nosotros esta experiencia pascual. Pero, a diferencia de los primeros apóstoles, conocemos el resto de la historia: ¡Jesucristo está vivo! ¡Conquistó el pecado y la muerte, y ha resucitado! Logró la victoria por nosotros sobre todo aquello que hay en este mundo. Está con nosotros, levantando los corazones y las mentes de todos los que depositan su confianza en Él. Nada puede apartarnos del amor y la gracia salvadora de Dios.
Efectivamente, a pesar de los temores o las preocupaciones que tengamos en este momento o en cualquier otro, tenemos motivos para alegrarnos. Seamos testigos audaces que proclaman la Buena Nueva de nuestro Señor Jesucristo resucitado. Ahora es el momento para que todos los creyentes adoptemos el llamado a la santidad y a nuestra misión, y nos concentremos en aquello que es esencial para la salvación. Somo Iglesia, el Cuerpo de Cristo crucificado y resucitado. ¡Aleluya!
¡Que tengan una bendecida Pascua de Resurrección!
Arzobispo Charles C. Thompson